Nacido el 17 de enero de 1922 en Ciudad de México, el expresidente Luis Echeverría Álvarez fue conocido por su lema de “Arriba y Adelante” y sin duda deja un legado claro oscuro de su mandato que ejerció entre 1970 y 1976.
Se sabe que Echeverría inició su carrera política como secretario particular del general Rodolfo Sánchez Taboada, entonces presidente del Partido de la Revolución Mexicana. Fue secretario de Gobernación durante el período de Gustavo Díaz Ordaz. A él se le atribuye la represión del movimiento estudiantil de 1968 y la posterior masacre de estudiantes ocurrida el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.
Como mandatario, se le responsabiliza del “halconazo” o la matanza del Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971, cuando paramilitares organizados por su gobierno, agredieron a estudiantes que se manifestaban y dejaron 17 muertos.
Asume el poder en el momento en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ejerce el dominio absoluto del panorama político de México e inicia una política nacionalista y con una fuerte presencia en el panorama internacional. Incorporó a México en el Movimiento de los Países no Alineados, que buscaban convertirse en una tercera opción en un momento en el que la guerra fría confrontaba a las grandes potencias de Estados Unidos y la Unión Soviética.
De Luis Echeverría se cuentan numerosas anécdotas, como que empezaba a trabajar a las 5 de la mañana y terminaba su jornada a la media noche. Tenía una intensa actividad que lo llevaba de un rincón a otro del país, inaugurando obras descomunales, como la Normal del Desierto, en pleno paralelo 28, la línea imaginaria que divide a los de estados de Baja California y que a la larga causaron un grave daño al erario público.
Se conocía al expresidente por su extensa capacidad retórica. A él se le atribuyen frases como: “No somos de derecha, ni de izquierda, sino todo lo contrario”. Se cuenta que en alguna ocasión le prometió a un pueblo la construcción de un puente. Entonces, uno de sus asesores le comunicó que en ese sitio no había río alguno, por lo que Echeverría contestó: “Les traeremos un río también”.